El Partido Republicano cerró definitivamente la posibilidad de integrar una lista parlamentaria conjunta con Chile Vamos para las elecciones de noviembre próximo. La decisión fue confirmada por su presidente, Arturo Squella, quien aseguró que la colectividad ya ha avanzado considerablemente en sus definiciones estratégicas y en la conformación de alianzas con otras fuerzas afines, como el Partido Nacional Libertario y el Partido Social Cristiano.
Con esta postura, el partido que encabeza José Antonio Kast busca marcar una línea divisoria clara entre lo que consideran la “nueva derecha” y las estructuras tradicionales representadas por Chile Vamos. Según Squella, la decisión responde a una estrategia de diferenciación programática y política, que prioriza la coherencia ideológica por sobre la conveniencia electoral de una lista unificada.
Desde la oposición oficialista, se esperaba mantener vigente la posibilidad de pactos parlamentarios entre las formaciones de derecha, con la meta de evitar la fragmentación de sufragios y mejorar las chances de lograr una mayoría en el poder legislativo, permitiendo así una mayor influencia en el Congreso. No obstante, el rechazo por parte de los republicanos fue tomado con desagrado por miembros de Renovación Nacional (RN), la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Evópoli, quienes estimaban que una coalición más extensa era esencial para enfrentar al oficialismo de manera unificada.
Arturo Squella, al dar a conocer la decisión, fue enfático al señalar que “la posibilidad de una lista única con Chile Vamos es inviable”. Añadió que su partido no puede seguir esperando por acuerdos que no llegan y que ya ha definido el camino a seguir con sus propios aliados. Según el líder republicano, no se trata de una ruptura con el resto de la oposición, sino de una forma distinta de encarar la representación ciudadana y de proponer soluciones a los desafíos que enfrenta el país.
Dentro de ese contexto, el Partido Republicano dará a conocer su lista de candidatos al parlamento, en alianza con las formaciones políticas con las que ha estado alineando sus puntos de vista y sugerencias. La estrategia busca consolidar un programa político centrado en valores como la seguridad ciudadana, el orden, la libertad económica y la oposición a lo que consideran como intervenciones excesivas del Estado en términos de regulación e intervención.
La decisión ha generado distintas reacciones dentro del espectro opositor. Algunos dirigentes de Chile Vamos lamentaron el quiebre y advirtieron que la fragmentación podría debilitar la capacidad de la derecha para posicionarse como una alternativa real de gobierno. La presidenta de la UDI, por ejemplo, señaló que es “un error estratégico que puede tener un costo electoral importante”.
A nivel técnico, especialistas en procesos electorales señalan que optar por competir de manera independiente podría resultar en una disminución de escaños, debido a la naturaleza del sistema proporcional. En distritos donde la competencia es alta, una votación más repartida puede beneficiar a aspirantes de otros partidos que consiguen unir sus respaldos en listas más sólidas.
Pese a ello, el Partido Republicano confía en que su propuesta tiene una base electoral sólida y que puede incluso crecer con una identidad definida y sin compromisos con estructuras partidarias que, según han sostenido reiteradamente, forman parte del “establishment político”.
Este movimiento, sin embargo, intensifica la división en el bloque opositor y genera dudas sobre la capacidad de formar una mayoría legislativa que facilite abordar con éxito la agenda del futuro gobierno. La derecha, en lugar de unirse, parece elegir rutas divergentes, confiando cada cual en su propio apoyo electoral, en un contexto caracterizado por la incertidumbre y la rivalidad entre aliados naturales.
La negativa a una lista única parlamentaria no solo refleja diferencias tácticas, sino también visiones políticas y culturales divergentes sobre cómo abordar el futuro del país. El Partido Republicano, al optar por la autonomía, se consolida como una fuerza con pretensiones de liderazgo dentro de la oposición, aunque ello implique tensiones con los sectores que hasta hace poco compartían una agenda común.