Santiago fue sede de un importante seminario internacional que reunió a autoridades, académicos y expertos para debatir las oportunidades que el bloque BRICS representa para Chile y América Latina. En un contexto global marcado por transformaciones económicas, conflictos geopolíticos y reconfiguración de alianzas estratégicas, la discusión giró en torno al papel que podrían desempeñar los países de la región ante el avance y consolidación del grupo integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, recientemente ampliado con nuevos miembros.
A lo largo del evento, se discutieron las consecuencias de un sistema internacional que está transitando hacia una multipolaridad más clara, en el cual los BRICS han surgido como un contrapeso al orden tradicional controlado por potencias occidentales. Los expositores estudiaron de qué manera esta coalición económica y política proporciona nuevas plataformas de colaboración Sur-Sur, opciones financieras que no dependen del dólar y oportunidades comerciales más equitativas para las naciones en desarrollo.
Uno de los temas centrales fue la posibilidad de una mayor inserción de América Latina en mecanismos institucionales promovidos por el bloque, como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), orientado al financiamiento de infraestructura y desarrollo sostenible sin los condicionamientos tradicionales de organismos multilaterales. Los participantes destacaron que Chile, con su economía abierta y su historial de acuerdos comerciales, está en una posición favorable para articularse con el bloque, sin necesidad de adhesión formal, a través de alianzas sectoriales, inversiones cruzadas y cooperación tecnológica.
En el ámbito económico, se resaltó el dinamismo de las economías BRICS, que juntas representan más del 30% del PIB global y más del 40% de la población mundial. Desde una perspectiva latinoamericana, los expertos señalaron que estas cifras reflejan no solo el peso creciente del bloque, sino también su potencial como mercado para las exportaciones regionales, especialmente en rubros como alimentos, materias primas, energías limpias y servicios digitales.
Además, se reflexionó sobre la oportunidad de repensar la arquitectura financiera internacional, considerando que los BRICS han impulsado iniciativas como la creación de sistemas alternativos de pago, que buscan reducir la dependencia del dólar estadounidense y ofrecer mayor autonomía monetaria a los países emergentes. En ese marco, se discutió el interés estratégico de Chile en diversificar su matriz de relaciones económicas, fortaleciendo vínculos con potencias asiáticas y africanas sin dejar de lado sus relaciones tradicionales.
Desde el punto de vista político y diplomático, varios ponentes destacaron que el bloque BRICS se ha convertido en una plataforma clave de concertación internacional, donde las naciones del Sur Global pueden elevar sus demandas sobre temas como el cambio climático, la reforma del sistema financiero internacional, el acceso equitativo a tecnologías y la resolución pacífica de conflictos. En ese contexto, se planteó la necesidad de que América Latina defina una estrategia común hacia el bloque, a fin de aprovechar mejor las oportunidades que este ofrece.
En relación con la situación interna, el encuentro también ayudó a examinar de qué manera una política internacional dinámica y diversa podría favorecer a Chile, especialmente en tiempos en los que las condiciones económicas mundiales experimentan tensiones entre el proteccionismo y la liberalización. Se planteó que un fortalecimiento de las relaciones con los BRICS podría facilitar al país el acceso a fuentes de inversión, convenios de innovación y proyectos energéticos a largo plazo, al mismo tiempo que apoyaría una agenda regional más independiente y unida.
La reunión finalizó con un acuerdo general de que, pese a su estado actual, los BRICS son un acontecimiento en crecimiento cuya repercusión será cada vez más significativa. Para Chile y los demás países de América Latina, esta situación presenta el reto de ajustarse a un nuevo escenario global, en el que la búsqueda de asociaciones estratégicas más variadas podría transformarse en una herramienta esencial para lograr un desarrollo inclusivo y sostenible.