¿Quién fue Gregor Mendel y cuáles fueron sus descubrimientos?

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Gregor Mendel, nacido en 1822 en Heinzendorf (actual Hynčice, República Checa), fue un monje agustino y científico cuya vida y obra marcaron un antes y un después en la comprensión de la herencia biológica. De modesta ascendencia campesina, Mendel demostró desde joven gran inclinación hacia la ciencia y la experimentación. Ingresó en el monasterio de Santo Tomás en Brno, donde tuvo acceso a recursos y un entorno intelectual propicio para desarrollar su curiosidad científica. Si bien su labor como docente fue importante, es su pionera investigación en biología la que ha resultado trascendental.

En el siglo XIX, el conocimiento científico sobre la transmisión de características de padres a hijos era bastante limitado. La mayoría de las personas pensaban que la herencia se producía como una especie de «mezcla» de rasgos, idea que Mendel refutó con un método experimental meticuloso. Su forma de investigar, metódica, ordenada y basada en datos cuantitativos, era muy distinta a las técnicas más descriptivas de otros científicos de la época.

La metodología y los estudios de Mendel

Entre los años 1856 y 1863, Mendel se dedicó a cultivar y estudiar aproximadamente 28,000 plantas de guisante (Pisum sativum), eligiendo variedades con rasgos claramente distintos, como la forma y color de las semillas, el color de las flores y la longitud de los tallos. Llevó a cabo cruzamientos controlados, lo que significa que polinizaba manualmente las plantas para asegurarse de conocer el linaje genético de cada planta.

Un ejemplo paradigmático de sus experimentos consistió en cruzar plantas de guisantes con semillas lisas y plantas con semillas rugosas. La primera generación filial (F1) solo mostró un tipo de característica, mientras que en la segunda generación (F2) reaparecieron ambos rasgos en una proporción característica, fenómeno que observó sistemáticamente con varios pares de características opuestas.

El método de Mendel, basado en la cuantificación y el análisis estadístico, permitió descubrir patrones y reglas que antes pasaban inadvertidas. Registró meticulosamente cada cruzamiento y sus resultados, prestando especial atención a la regularidad de las proporciones numéricas, lo que aportó una solidez inusitada a sus conclusiones.

¿Qué descubrió Mendel?

El principal éxito de Mendel fue establecer las principales reglas de la herencia, referidas como las Leyes de Mendel. Son tres postulados esenciales:

1. Principio de la separación Los dos elementos de un conjunto de genes (a los que Mendel denominó «factores») se dividen durante la formación de los gametos, asegurando que cada gameto contenga únicamente uno de los dos elementos del conjunto. Esto aclara la razón por la cual, en la segunda generación filial, se vuelven a manifestar características recesivas que habían desaparecido momentáneamente en la primera.

2. Principio de la segregación autónomaLos pares de rasgos distintos se distribuyen independientemente en los gametos. Esto implica que la herencia de una característica (por ejemplo, el tono de la flor) no influye en la herencia de otra característica (como la configuración de la semilla), siempre y cuando los genes se encuentren en cromosomas separados. Mendel demostró estos patrones al cruzar plantas que diferían en dos o más características al mismo tiempo y observando cómo se agrupaban en la descendencia.

3. Principio de la supremacía Al combinarse individuos homogéneos de distintas razas para un cierto rasgo, toda la prole de la primera generación exhibe únicamente uno de los rasgos de los padres. Ese carácter es llamado “dominante”, mientras que el que no se manifiesta se denomina “recesivo”.

Influencia de los hallazgos de Mendel

Al principio, los estudios de Mendel no fueron tomados en cuenta por los científicos; sus descubrimientos, presentados en 1866 en la publicación “Verhandlungen des naturforschenden Vereins Brünn”, pasaron desapercibidos hasta muchos años más tarde. A principios del siglo XX, investigadores como Hugo de Vries, Carl Correns y Erich von Tschermak redescubrieron por separado las leyes mendelianas y destacaron la importancia de su labor, considerándolo como el auténtico precursor de la genética.

La aplicación de las leyes de Mendel ha sido fundamental en distintas áreas, desde la mejora de cultivos agrícolas hasta la comprensión de enfermedades hereditarias en humanos. Por ejemplo, la predicción de la transmisión de enfermedades como la fibrosis quística, la anemia falciforme o la hemofilia se basa en gran medida en la interpretación de la segregación y dominancia de genes, conceptos extraídos directamente de la obra mendeliana.

El surgimiento de la genética moderna se debe en buena parte a los resultados de Mendel, que inspiraron el desarrollo del concepto de “gen” y sentaron las bases para descubrimientos posteriores, como la estructura molecular del ADN. A lo largo de las décadas, su nombre ha sido reivindicado en infinidad de estudios, tratados, premios y nomenclaturas científicas.

Relevancia cultural y científica de Mendel

Aparte de su contribución puramente científica, Mendel es el ejemplo clásico de cómo la tenacidad, el anhelo por aprender y el uso del método pueden cambiar profundamente nuestro entendimiento. Su personaje motiva no solo a quienes estudian biología, sino también a cualquier investigador que esté dispuesto a cuestionar las normas aceptadas. La simplicidad de su sistema experimental, basado en guisantes de jardín y métodos de polinización manual, muestra que incluso con recursos limitados se pueden lograr descubrimientos impactantes si se utilizan con ingenio y perspectiva.

El impacto de Mendel supera límites culturales y áreas de estudio: colegios, centros de investigación y universidades globales adoptan su nombre, y su biografía es frecuentemente analizada como elemento esencial en el avance del conocimiento científico y humano.

La herencia de Mendel

El trabajo meticuloso de Mendel evidenció que en la naturaleza subyace un orden comprensible a través de la observación y el análisis crítico. La génesis de la genética no solo transformó la biología, sino que cambió radicalmente el modo en que la humanidad comprende su propia herencia y diversidad. Así, cada descubrimiento genético posterior puede rastrear su origen hasta los experimentos silenciosos de aquel monje que, entre plantas de guisante, revolucionó la ciencia para siempre.

Por: Pedro Alfonso Quintero J.

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